De esta manera interpretó Isidro Manrique los collares de Doce Cuentas. Recreó un ambiente en el que el espectador se siente delante de una vitrina de seguridad observando una joya. Una luz sobre el collar rodeado de una oscuridad casi total, lo convierte en objeto de deseo a la vez que sugiere que alrededor de él no hay nada más.
Para las pulseras, Isidro recreó dos tipos distintos de ambientes. En uno de ellos un mantón negro se convirtió en la base por la que fueron pasando las diferentes pulseras consiguiendo de esta manera destacar el colorido de cada una de ellas.
En el otro ambiente, más rústico, las pulseras descansan en un tronco y dan la sensación de estar flotando en el ambiente. Me encanta.